Ser o no ser

Cuando estábamos en primer año de la carrera, nuestro profesor de Taller llegó al aula y pegó en el pizarrón la famosa imagen de la niña moribunda acechada por un buitre en Ruanda. Para quienes no conocen la historia, la foto fue tomada en el marco del final de una guerra civil que enfrentaba a dos etnias, los Hutus y Tutsis. El fotógrafo Kevin Carter recorría el país buscando retratar la hambruna que se vivía producto del abandono que sufría el pueblo. El 15 de marzo de 1993 obtuvo esta instántanea, por la que luego en 1994 ganó el Premio Pulitzer. Carter despreció la mención por un sentimiento de culpa que lo perseguía por no haber socorrido a la niña en ese momento. Dos meses después se suicidó.

Esta semana los medios reprodujeron la noticia del accidente en San Juan, en el que se vio involucrado un padre con su hijo de 6 años, Axel. La camioneta en la que viajaban volcó y el hombre quedó herido, pero el nene salió ileso. Axel corrió por la ruta buscando ayuda y se encontró con el auto en el que iban un fotógrafo y una periodista del Diario de Cuyo. Toda la dramática secuencia fue captada por el reportero gráfico.

El día de esa clase de Taller, en la que tuvimos que hacer un ejercicio a partir de la foto de la nena en Ruanda, se armó un pequeño debate sobre las 'responsabilidades' del periodista. El profesor nos preguntó qué haríamos en una situación similar: ¿cumplimos con la obligación profesional o ayudamos a quien nos necesita? ¿Cuál es nuestra prioridad? Si en los tiempos que corren la inmediatez es lo primero, ¿qué lugar queda para lo humanitario? Muchos dijeron: "se puede ayudar y después sacar cuántas fotos quieras". Pero, si lo pensamos en frío, ya no será lo mismo. El drama de la imagen es ahora y es lo que, al fin y al cabo, venderá. Por algo a los estudiantes siempre nos dicen que "los muertos van en la cabeza (informativa)".