sábado, 21 de mayo de 2011

Instantánea de Jack Johnson

El recital de Jack Johnson, en el marco del Quilmes Rock, cumplió a rajatabla con todas las peculiares características que se repiten cada vez que nos une en multitud un músico o banda.

Aún después de que la marca de cerveza parodiara en sus publicidades las ridiculeces que hacemos cuando vamos a algún show, la gente parece mantener las costumbres.

La más común fue la de las coordenadas absurdas por teléfono para que el amigo que llegó tarde ubique al grupete. A la torre de sonido -que es la única referencia fija- se le otorgaron variados nombres: “mangrullo”, “andamio”, “coso”, “donde están los camarógrafos” e infinitos etcéteras. Ya se sabe que las chances de ubicar a alguien son 2 en 40 millones, sin embargo, se sigue apelando al inútil “estoy levantando el celular”.

Por otro lado, estuvieron esas personas que creen más importante captar con la camarita y/o celular lo que ocurre en el escenario que, de hecho, estar apreciando el show. Se les cansa el brazo, pero lo mantienen alzado hasta las últimas consecuencias, chequeando de tanto en tanto a través de la pantallita que esté todo en orden. Ahora bien, no importa haber pagado un dineral por estar ahí, sólo es importante que salga bien el videíto con sonido saturado que va a terminar subido a YouTube junto con miles de videos chotos más… Es más comprensible si se está a una distancia envidiable de la estrella, pero si estamos a varios metros, dudosamente el resultado de esa grabación valdrá la pena.

Los que no faltaron son los que por primera vez van a un recital “de parados” y se quejan de que no ven nada y también rezongan cuando alguno se ubica adelante. Jack Johnson convocó a un montón de estos novatos o parejas cuyo prontuario recitalero se limita al Luna Park. Digamos que su música amerita más un recital de esas características -más íntimas- que un festival rockero. A la fuerza, tuvieron que conocer la ley de la selva, que establece que si encontraste un hueco copado, te quedás hasta que la masa te lo permite. La gente va rotando y te tenés que almodar, codear o empujar; putear a cada uno no es una opción.

También dijo presente la minita sacada/calentona que se sabe todos los temas y los canta en un agudo importante que llega a tapar los decibeles del sonido. Es la misma que en la adolescencia fue a ver a los Backstreet Boys y no pudo deshacerse de los vicios. Es importante saber que están en todos los recitales y creen que cuanto más fuerte gritan, más le calientan la pava al que está arriba del escenario. También es inútil tratar de callarla.

Finalmente, ya no quedan dudas de que el público argentino es de los más aduladores. No importa qué haga el músico, de hecho Jack se equivocó de verso en alguna ocasión y arrancó con los acordes pifiados en otra, pero bastó que se disculpara diciendo que hace tiempo no se sube a un escenario para que todos lo aplaudieran como si fuera la última vez.





jueves, 5 de mayo de 2011

The New York Times, al cine

En moda le dicen "must have" (esa prenda y/o accesorio que no puede faltar en el guardarropa). En este caso, este próximo estreno sería un "must watch" para todos los que nos apasiona el periodismo.
Se viene el documental de The New York Times, "Page one: inside The New York Times", dirigido por Andrew Rossi, con fecha de estreno el 24 de junio en Estados Unidos. Esperemos que llegue, al menos, a algunas salas porteñas.

Vía: @fernandezpm