miércoles, 30 de enero de 2008

Rent-a-bag

¿A qué mujer no le gustan las carteras, bolsos y bolsitos? Si fuera posible, tendríamos una de cada color, modelo y tamaño para combinar... Pero ese privilegio pertenece sólo a las más famosas o adineradas, en cuyos hogares estos accesorios ocupan una habitación entera. Y claro que no se trata de carteritas de cuerina que venden en el Todo x Dos Pesos. No. Son carteras de diseño que, en la mayoría de los casos, valen más de 1500 dólares cada una.
Suena muy poco accesible para una mujer argentina de clase media... Por eso, surgió esta avivada bien argenta. Es Flashy Diva's, un portal de internet que alquila (sí, ALQUILA) carteras Louis Vuitton, Dolce & Gabbana, Dior, Chloé, Escada, Gucci y Carolina Herrera, entre otras. Es un servicio bastante sencillo: hay que registrarse, completar un formulario, elegir la cartera y te la envían. El alquiler, es por 3 o 7 días y hay para elegir entre modelos clásicos o de fiesta. Los precios van desde 100 hasta 520 pesos, dependiendo de la cartera y del tiempo de alquiler. Ahora bien, si alquilás una de estas procurá no hacerle ni un rasguño, mucho menos perderla. Los costos por daños van desde 400 hasta 600 pesos y, en caso de pérdida, habrá que poner entre 1800 y 5800 pesos!!
Me pareció un servicio un tanto ridículo. En mi opinión, no vale la pena gastar esa cantidad de plata en una cartera que vas a tener por 3 días, es un despropósito. Prefiero ahorrarla y gastarla en otra cosa y el día que me sobren billetes me compro una que sea mía, solo mía y no huela a usada.

miércoles, 23 de enero de 2008

Lo que para arriba es excéntrico para abajo es ridiculez

Y más de la mitad de la gente que se enteró de esta noticia ni sabe quién joraca es Gaby Alvarez... Pero todos sabemos que el morbo vende y más aún si involucra a alguien del Jet Set.

domingo, 20 de enero de 2008

Pájaro que come, vuela

En un intento de retomar el ritmo de Pancitos, subo esta entrevista que le hice a mis amigos rionegrinos que viven y estudian en nuestra ciudad. Fue hecha para el trabajo final de la materia "teana" Taller I.

Ignacio Zeppilli y Manuel Reyes nacieron y vivieron toda su infancia y adolescencia en la ciudad de Cipolletti, en la provincia de Río Negro. No quedan dudas de que llevaron una vida al aire libre, muy distinta a la de un chico de departamento. Pero cuando llegó el momento de salir del cascarón y elegir una carrera para definir su futuro, se vieron en la encrucijada de quedarse en el nido, donde las posibilidades eran escasas, o volar a la gran Ciudad de Buenos Aires alejándose de todo y de todos.
-¿Por qué decidieron venir a Buenos Aires?
-Porque en Cipolletti o Neuquén no estaba la carrera que yo buscaba. Venir a Buenos Aires no fue mi primera opción, intenté con informática en mi provincia y no me gustó. Además, ahora creo que en cierta forma quería irme, cambiar de entorno. (Manuel)
-Yo cuando terminé el secundario sabía que iba a venirme, pero a Lanús porque le escapaba al quilombo de la ciudad. Pero empecé ingeniería en Cipolletti y dejé. Cuando me enteré que mi hermana se venía, estaba estudiando cocina allá y no estaba conforme con el nivel de la escuela, entonces aproveché. Además la salida laboral es mucho más amplia. Acá hay más posibilidades y las universidades en general son mucho mejores. (Ignacio)
-¿Con qué expectativas vinieron?
-Antes de venir, sabía que acá tenía a algunos de mis amigos y en ese sentido estaba tranquilo porque al menos iba a tener compañía. En cuanto a la carrera (Artes Multimediales en el IUNA) me entusiasmé porque era lo que me interesaba, es una carrera que integra cosas de imagen y sonido y en mi provincia directamente no existe. En realidad ni pensé en el nivel de las escuelas como Nacho, me mandé porque era eso lo que quería hacer. No me quedaba otra opción que estudiar acá. (Manuel)
-Cuando vine no sé si mis expectativas iban por el lado de la carrera, porque yo sabía que venía a estudiar y me iba a volver. Nunca me gustó mucho Buenos Aires, vine para tener la oportunidad de estudiar en un lugar con mejor nivel. Llegué para estudiar cocina y como me dejaba mucho tiempo libre, empecé con cine. Yo creo que una de las expectativas más grandes también es el tema de independizarte, irte a vivir solo a otra ciudad sabiendo que la única gente con la que vas a tener un contacto directo son tus amigos y no tu familia. (Ignacio)
-¿Sintieron miedo antes de venir, por no saber de qué se trataba vivir en una gran ciudad?

-Más que miedo hay intriga antes de llegar. Querés saber cómo funciona todo y cómo es la gente. No tuve miedo de no adaptarme o perderme, por suerte no me pasó (Ignacio)
-Tenía más miedo a aburrirme que otra cosa, por el tema de que iba a vivir solo en un departamente chiquito, pero después me compré unos jerbos y lo solucioné (risas). (Manuel)
-¿Cuánto influyó el tener gente conocida ya viviendo en Buenos Aires? ¿Se hubieran venido igual?
-No sé, probablemente no. No es tan fácil relacionarse cuando venís de otro lado. (Manuel)
-Sí, porque vine con mi hermana y en definitiva iba a estar con ella al menos. Igual no me hubiera molestado venirme solo, tampoco tenía miedo de conocer gente en la universidad y hacer amigos nuevos. Pero eso no fue algo determinante porque sabía que iba a tener a alguien. (Ignacio)
-¿Cómo es vivir lejos de la familia?
-A mí me pasó que me acostumbré a no extrañar desde antes de venirme. Ya se habían ido mis hermanas y algunos amigos y convivía con eso. Y cuando me fui, no fue tan grave porque siempre está el teléfono y además sé que en las vacaciones vuelvo. No me hago mucho problema. Incluso está bueno porque cuando pasás tanto tiempo lejos de alguien, cuando te reencontrás aprovechás mucho mejor. (Manuel)
-Yo no sé si es que aprendí a no extrañar pero, en realidad, nunca fui de extrañar demasiado y necesitar el apoyo familiar. Disfruto de la misma manera estar solo que estar con todos mis seres queridos. Por otro lado, sé que siempre voy a volver. Cuando puedo voy, además paso las vacaciones allá y estoy con mi gente. Quizá es un poco por eso, si supiera que no puedo volver seguramente sería mucho más duro. (Ignacio)
-¿Cómo es la gente de Buenos Aires?
-Hay de todo. El rasgo característico que se ve es que la gente de Capital es mucho más cerrada, no te prestan mucha atención, está cada uno en lo suyo y si te hablan lo hacen por las obligaciones y nada más. Igual siempre hay excepciones, claro. En comparación con la gente del interior creo que no varía, lo que pasa es que como acá hay 8 millones de personas y en Cipolletti hay 100 mil, en Buenos Aires las características de las personas se ven mucho más porque conocés mucha más gente y más actitudes que en tu ciudad. (Ignacio)
-Lo que noté es que se vive otro ritmo de vida que genera que la gente se detenga menos ante determinadas cosas, que se dejen de sorprender y se hagan más indiferentes. Se hace todo más acelerado. (Manuel)
-¿Es fácil acostumbrarse al ritmo de vida de Buenos Aires? Siempre se dice que en el interior hay más tiempo libre.
-Puede ser que sea así. En Buenos Aires hay un montón de cosas que te consumen mucho tiempo: tenés que hacer colas de una hora, querés ir a visitar a un amigo y estás 40 minutos arriba de un colectivo, etc. Entonces hay un montón de tiempo que se desperdicia y en lo que te queda buscás un espacio para hacer lo que te gusta, además de las obligaciones, y ese tiempo queda reducido por lo que tenés que andar a las corridas. En ciudades más chicas hay más tiempo libre y estás más relajado. (Ignacio)
-¿Se nota la diferencia cuando se cambia el ritmo de vida?
-No lo noté en mí, lo noto en otra gente porque yo no adopté el ritmo de vida de acá, sigo a mi paso. (Ignacio)
-Muchas veces hay que adaptarse. Vivo por el centro y ese aceleramiento del que hablamos se ve mucho, pero yo no voy a esa velocidad porque tampoco tengo tanto para hacer. Igualmente hay días que no queda otra que apurarte. (Manuel)
-¿Cómo es el tema de la salida laboral en su ciudad? ¿Hay un buen mercado laboral?
-Yo creo que hay posibilidades, igual está Neuquén cerca que es una ciudad más importante. Claro que hay menos salida laboral, pero algo se encuentra. Igual todavía no sé si me voy a quedar acá a vivir o si me vuelvo cuando termine la carrera. (Manuel)
-Coincido. El año que viene me vuelvo y probaré suerte. (Ignacio)
-Hay muchos chicos que vienen del interior a estudiar sin un peso, es una realidad que en cierta forma entristece. ¿Cómo es su caso?
-Nosotros corremos con la ventaja de que vivimos de la plata que nos pasan nuestros viejos. Pero nos pasa que llega fin de mes y todo lo que te habían mandado te lo terminaste patinando y estás viviendo con 10 pesos durante 5 días. O se te acaba la plata el viernes y el sábado no se te acredita más y pasás el fin de semana seco. Más que ser un problema, molesta, pero así aprendés a administrar la plata a la fuerza. (Ignacio)
-Yo no soy de llevar cuentas pero a veces me pongo a pensar y no me acuerdo en qué gasté tanto. En las ciudades todo te incita a comprar porque hay más cosas, más oportunidades. La plata que me mandan a mí tiene que rendir para todo. Además, la comida cuando estás en tu casa no cuenta, porque está siempre en la heladera, pero a la hora de vivir solo representa un gasto más. (Manuel)
-No sé qué tiene Buenos Aires que gastás mucha más plata. El dinero se va más fácil. Sacando la plata de los gastos, la comida y las necesidades básicas, gasto más plata acá que en Cipolletti y no sé en qué se va tanto. Estar en una ciudad te hace más consumista. Además, es más caro vivir acá porque por ejemplo contás con el delivery, que es una comodidad que consume más plata. También el transporte representa un gasto, en Cipoletti nos manejamos en auto o caminamos o vamos en bici. (Ignacio)
-Finalmente, ¿se cumplieron sus expectativas?
-Si una de las expectativas que yo tenía era conocer Buenos Aires, tratar con la gente y conocerla y aprender a manejarme solo en la ciudad, en ese sentido estoy más que conforme porque se aprende un montón. En cuanto a las universidades también, porque estaba buscando un nivel universitario mejor y lo encontré. Además la cantidad de oferta de carreras y cursos es increíble, podés elegir lo que quieras. (Ignacio)
-Con respecto a bancarme solo, sí, se cumplieron mis expectativas porque creo que aprendí algo. Pero la carrera no completó mis expectativas. (Manuel)

miércoles, 16 de enero de 2008

De una vuelta

Bajarse de un micro con aire acondicionado y pisar el cemento porteño ardiente, es un cambio brusco. Casi tanto como el cambio de rutina que implica la vuelta de las vacaciones. El ritmo que adopté esta primera quincena de enero en la costa obviamente no es el mismo que uno lleva durante los demás meses del año, más aún cuando se es adolescente. Playa, departamento, ducha, cena, previa y salida nocturna que se extiende hasta el amanecer, para ver salir el sol por el horizonte mientras se llena el estómago con algunas facturas o panchos. Bajón le dicen. Se conoce gente nueva, se comparten cosas únicas con los amigos de siempre. Hasta el momento, nunca me había tocado disfrutar 15 días sola con mis compañeras de la vida, sin nadie más que nosotras, arreglándonos con las tareas domésticas (yo sólo lavo platos y acomodo habitaciones, no cocino, no plancho, no prendo calefones) y compartiendo las 24 horas del día. Ahora puedo decir que me iría al fin del mundo con ellas porque me cocinan rico y me hacen pasar los ratos más felices. Se me pianta un lagrimón.
Pero más allá de eso, volver y encontrarse con el bondi más caro, ver una ciudad desierta en la que, sin embargo, el subte se llena, caminar y respirar gasoil, acelerar el paso sin sentido, esperar a que corte un semáforo para cruzar... me deja sin aliento por un rato y me dan ganas de escaparme pero por varios meses. Hasta que me acuerdo que soy porteña y que no sobrevivo en otro hábitat que no sea este. Todas estas sensaciones son consecuencia de una buena experiencia pero que, como todo lo bueno, dura poco y quizá de haber durado mucho más ya me hubiera acostumbrado y hubiese querido volver a lo mío.
En fin, volver apesta pero ya extrañaba mi cama y mi ducha.

Nota: ya veré como revivo a Pancitos paulatinamente